Una vez que visitaba a México antes de llegar a ese país como misionero, nos invitaron a mi esposa y yo a un grupo pequeño en la casa de una familia Mexicana. Nosotros no entendíamos mucho español, y no teníamos mucha experiencia en las misiones transculturales. No nos podíamos comunicar bien, pero una cosa paso en la reunión que nunca jamas voy a olvidar. Empezamos a orar.

Cuando orábamos con personas aun de otra nacionalidad, de otra situación familiar, y de otro idioma, habia una conexión que no les puedo explicar. Dios hizo algo en mi ser, en la vida de mi esposa, y Dios hizo algo entre nosotros y los hermanos de ese grupo pequeño. La oración nos unió.

Es por eso que creo que si los jóvenes de nuestras iglesias pueden orar juntos, sus relaciones mejoraran. Si nosotros queremos fomentar las relaciones entre los jóvenes de nuestras iglesias, creo que una de las maneras mas sanas y mas eficaces es buscar oportunidades de orar juntos.

Debemos proveerles oportunidades para orar con personas que a lo mejor no conozcan muy bien. El hecho de abrir sus corazones a Dios y buscar Su rostro los uniría de tal manera que no podran mantenerse alejados los unos de los otros. Dios hace buenas cosas en nosotros cuando oramos. Y creo que hara maravillas cuando animemos a los jóvenes a orar juntos.