Uno de los desafíos más comunes para los líderes juveniles es la tentación de comparar su ministerio con el de otras iglesias. En un mundo donde las redes sociales y los informes anuales pueden hacernos sentir que siempre estamos detrás de otros, es fácil caer en el desánimo.

Pero es crucial recordar que cada iglesia es única, cada líder juvenil tiene un llamado especial, y la comparación puede robarnos la alegría y distraernos del verdadero propósito de nuestro ministerio. Aquí te dejo algunas razones por las que debes evitar las comparaciones y cómo puedes enfocarte en lo que realmente importa.

La comparación es el ladrón de la alegría

La comparación suele llevarnos a la insatisfacción y al desánimo. Al mirar lo que otros están haciendo, podemos perder de vista las bendiciones y los frutos que Dios nos ha dado en nuestro contexto único.

Esto nos recuerda a dos agricultores que reciben diferentes terrenos. Uno tiene un suelo fértil, mientras que el otro recibe un suelo rocoso. El agricultor con el suelo rocoso podría sentir envidia del otro, pero su tarea es cuidar el terreno que se le ha dado. Con tiempo y esfuerzo, ambos campos pueden dar fruto.

El apóstol Pablo también advierte sobre este tema en Gálatas 6:4: “Cada uno debe examinar su propia conducta; y si tiene algo de qué presumir, que no se compare con nadie”.

En lugar de compararnos, debemos enfocar nuestra energía en ser fieles con lo que Dios nos ha dado.

La comparación no es justa

Cada iglesia y ministerio tiene su propio conjunto de desafíos y oportunidades. No es justo ni productivo comparar el éxito de tu ministerio con el de otra iglesia que tiene un contexto totalmente diferente.

Como dice Timothy Paul Jones en su libro Family Ministry Field Guide, “Cada iglesia tiene su propia historia, su propia cultura, su propio conjunto de desafíos. La comparación solo invita al desánimo o al orgullo, y ninguno de los dos es productivo en el Reino de Dios”.

Por ejemplo, una iglesia grande puede tener más recursos y personal, pero también enfrenta desafíos que una iglesia más pequeña no experimenta. Mientras que una iglesia pequeña puede tener menos recursos, también puede ofrecer una conexión más cercana y personal con los jóvenes.

Al final, no se trata de quién tiene el ministerio más grande o más impresionante, sino de ser fieles a lo que Dios nos ha confiado.

La Biblia es clara en cuanto a que la comparación no es sabiduría. En 2 Corintios 10:12, Pablo advierte: “No nos atrevemos a igualarnos o compararnos con algunos que se recomiendan a sí mismos. Cuando ellos se miden a sí mismos por sí mismos y se comparan consigo mismos, no actúan con sabiduría”. Dios no nos juzga en base a lo que otros han logrado, sino por nuestra fidelidad con lo que nos ha dado.

Cada uno de acuerdo a lo que se le ha dado

La parábola de los talentos (Mateo 25:14-30) ilustra perfectamente la importancia de usar lo que Dios nos ha dado, sin importar cuánto o poco parezca en comparación con otros. Imagina una clase donde cada estudiante recibe una cantidad diferente de piezas de Lego. En lugar de comparar quién tiene más piezas, el maestro les anima a construir algo asombroso con lo que tienen. Esa es la clave en el ministerio: aprovechar al máximo lo que se nos ha dado, ya sea mucho o poco.

Como dijo Doug Fields, “El éxito en el ministerio juvenil no se trata de eclipsar a los demás; se trata de ser fieles en el contexto en el que Dios nos ha colocado”. La verdadera medida del éxito no es cuánto crece nuestro ministerio en comparación con otros, sino cuán fieles somos a lo que Dios nos ha llamado a hacer.

La comparación no solo roba la alegría, sino que también nos aleja del llamado que Dios nos ha dado. Cada uno de nosotros tiene una misión y un contexto únicos, y es nuestro deber ser fieles con lo que Dios ha puesto en nuestras manos.

En lugar de mirar a lo que otros están haciendo, enfoquémonos en lo que Dios quiere hacer a través de nosotros en nuestro ministerio. No se trata de ser los más grandes o los más impresionantes; se trata de ser fieles en lo que hemos recibido.

Así es como construiremos un ministerio juvenil que deje un impacto duradero en las vidas de los jóvenes.