«Cuiden como pastores el rebaño de Dios que está a su cargo, no por obligación ni por ambición de dinero, sino con afán de servir, como Dios quiere.» 1 Pedro 5:2

Cuando tenía 16 años obtuve mi licencia para conducir un auto. Por supuesto no tenia mi propio carro y tuve que pedir prestado el de mi mama. Era el carro que ella usaba para llegar al trabajo, ir de compras, y todas las otras cosas que les tocan a las madres hacer. Fue algo muy valioso para mi mama, y yo lo quería usar para salir con mis amigos.

No se si una vez te han prestado algo valioso, pero cuando recibes el préstamo, la persona usualmente te recuerda del valioso que es el objeto que te esta prestando. Y si es un carro, cuando te sientas en el carro prestado, te llega un sentimiento de temor que algo te va a pasar. Este sentimiento es mucho mas cuando es el carro de tu mama.

Cuando te prestan algo, tu eres muy cuidadoso con ello porque entiendes dos cosas: 1) no es tuyo, y 2) tendrás que rendirle cuentas al dueño de lo que hiciste con aquella cosa que te prestó.

Así somos como Dios. En 1 Pedro 5:2, el autor del libro les esta rogando a los ancianos que «Cuiden el rebaño de Dios que esta a su cargo.»

El rebaño es de Dios. Es decir, no es tuyo. El ministerio que Dios nos ha dado no es nuestro. Los jóvenes no son nuestros. Son de Dios.

Esta verdad nos ayudara a evitar muchos problemas en nuestros vidas y ministerios, pero también cambiaría la manera en la que vemos a los jóvenes que están en los ministerios que Dios nos ha dado.

Un problema que muchos tenemos es que pensamos que somos los dueños de los ministerios. Empezamos a actuar como si fuéramos el salvador de los muchachos. Construimos un ministerio que depende de nosotros mismos y no dejamos trabajo a otros. Es un problema de egoísmo para muchos de los líderes. Este problema se puede arreglar si entendemos que el rebaño pertenece a Dios.

Un cambio que puede ocurrir es que empezaremos a tomar (mas) en serio el llamado que Dios nos ha dado. En vez de tratar el ministerio juvenil como un hobby o algo que hacemos mientras esperemos un “ministerio verdadero” (el pastorado de una iglesia), veremos a los jóvenes que están a nuestro cargo como lo que son: el rebaño de Dios.

Esta semana, recuerda que los jóvenes de tu ministerio no son tuyos. Son prestados de Dios. Son suyos. ¡Cuídalos!