Promesas son importantes. He aprendido el poder de cumplir mi palabra. Si en la mañana les digo a mis hijos que vamos a jugar en la tarde, se que ellos van a recordar lo que dije a las 5 cuando regrese a la casa.

También nos pasa a nosotros como líderes de jóvenes. Nuestras promesas son muy importantes. Si un líder juvenil les dice a los adolescentes o jóvenes que va a hacer algo, te prometo que ellos van a recordar lo que dijo.

Desafortunadamente, muchos líderes no cumplen su palabra, y esto daña su ministerio y habilidad de ser líderes de sus grupos.

Hoy quisiera compartir algunas razones para cumplir tu palabra:

  • Dios nos dice que lo hagamos – Jesús nos dijo en Mateo 5:37 (y se repite en Santiago 5:12), “Cuando ustedes digan ‘sí’, que sea realmente sí; y cuando digan ‘no’, que sea no.” Si Jesús tocó el tema de las promesas, debemos de tomar en cuenta su consejo para nuestros ministerios.
  • Es una manera de ganar la confianza de los jóvenes – Cuando haces lo que dices que vas a hacer, te conviertes en una persona confiable, y esta reputación es algo que fortalece nuestros ministerios y expande nuestra influencia.
  • La confianza es algo que hace falta en nuestra sociedad – seamos honestos–vivimos en una sociedad en que es difícil encontrar a muchas personas confiables. A muchos jóvenes les cuesta trabajo confiar en la gente. Si cumplimos nuestra palabra, podemos ser unos de los pocos amigos confiables que nuestros jóvenes encuentran en sus vidas.
  • Los jóvenes aprenden de nuestro ejemplo – los adolescentes y jóvenes están buscando modelos adultos, y empiezan a hacer lo que nosotros hacemos. Si no haces lo que prometas hacer, los jóvenes te van a imitar y empezarán a ser personas en que los demás no pueden confiar. Por otro lado, si cumplimos con nuestras promesas, nuestros jóvenes aprenden de nuestro ejemplo y empiezan a ser estas personas confiables que la sociedad necesita.

Si le prometas a alguien que vas a hacer algo, hazlo. Cumple tu palabra. No dejes que la desconfianza llegue a tu ministerio porque no has aprendido a cumplir tu palabra.

Cada buen líder ha aprendido a dejar que su “si” realmente sea si.