[Este artículo es parte de la serie, “Mi Primer Año en el Ministerio Juvenil, por mi amigo Juan. Puedes leer la primera parte aquí.]

Al iniciar en el ministerio, tenía tantas ideas…para comenzar. La pregunta que siempre nos haremos es ¿Por donde empiezo?. La ventaja para algunos líderes es que llegan a otras iglesias a trabajar, y pueden comenzar de cero, otros tienen que comenzar de nuevo porque al parecer el ministerio se vino abajo por diferentes motivos. Otros más tienen que innovar. Existen infinidad de maneras para comenzar.

La desventaja que también podemos padecer es que no hay un supervisor que nos diga lo que la iglesia espera de nosotros. Así que tenemos que usar de nuestro ingenio. Tampoco nos dicen desde donde debemos comenzar y cómo será la evaluación de parte de la iglesia o líderes.

Simplemente comenzamos, aunque en mi caso algunos líderes si pidieron que presentara mi proyecto o de lo que haría con los jóvenes. Un par de líderes se me acercaron para sugerirme lo que debo hacer, pero medido en números; que el ministerio juvenil aumente para que también aumenten los ingresos, que los jóvenes se comporten como “buenos cristianos”, que visite a los que se habían alejado, etc.

En fin, estaban las expectativas de parte de la iglesia, de parte de los padres, de los jóvenes, de los adolescentes, incluso de los niños que pasarían a preadolescentes, cada audiencia preguntando ¿Qué hará?.

Sin embargo, la gran ventaja que tengo es la buena comunicación con el pastor principal y aún recuerdo que me dijo: “Tú sabrás que hacer, es tu trabajo y sientete en la libertad de hacerlo”. Realmente estas palabras me ayudaron, pero también me hicieron más responsable para realizar el trabajo.

Así que, sinceramente decidí hacer lo que pastores de jóvenes recomiendan, y es depender de Dios, ir en pos de Jesús, estar con el maestro, ser la persona de Dios. Antes de ser siervos del ministerio juvenil, somos siervos de Dios, y por lo tanto le rendimos cuentas primero a Dios. Es nuestra salud espiritual la que importa por sobre todas las cosas, no por el bien del ministerio sino porque fuimos llamados a estar en comunión con Dios. Sí comenzamos con “estrategias locas” pronto nos agotaremos, pero si comenzamos con Dios habrá mucho tiempo para que perdure el ministerio juvenil.

Pero, ¿A qué me refiero con mantener nuestra salud espiritual?

Sencillamente a no descuidar nuestra comunión con Dios, estaremos sobre la marcha trabajando, implementando, innovando, y formando el ministerio juvenil, pero que nuestra sintonía con Dios no mengue sino que crezca.

y, ¿Cómo se da esto?

Cuando nos encontramos con Dios en la oración. De tal manera que este indicador nos dirija a dialogar con Dios, sólo Dios y tu. La oración es esencial para mantener una buena comunicación con Dios.

A través de la Palabra de Dios. Dejemos que él nos hable, por medio de las diferentes historias de su pueblo, de los poemas plasmados con sentimientos diversos, de la teología de los hombres de Dios y sobre todo de Jesús quien nos enseña a ser como él.

Y existen más hábitos espirituales para desarrollar un ambiente propicio de conexión con Dios. Te recomiendo el libro de Celebración de la Disciplina de Richard J. Foster.

Qué el ministerio se multiplique, pero que lo más importante sea nuestra comunión con una sola persona: Dios.